¿Por qué hacemos rituales funerarios?

Los humanos venimos enterrando a nuestros ancestros desde hace al menos 100.000 años, según demuestra el trabajo de arqueólogos en sitios como la cueva de Qafzeh, en Israel. Pero antes incluso del hombre anatómicamente moderno, se cree que el hombre de Neandertal ya hacía entierros con algún tipo de ritual. Pero, ¿por qué empezaron a hacerlo?

La pregunta parece inútil: por supuesto que los rituales funerarios son una forma de expresar nuestro respeto por los muertos. Es uno de los rasgos que nos caracterizan inequívocamente como humanos. Es cierto, pero es un poco más complicado que eso. 

Para empezar, en años recientes investigaciones de zoólogos han observado conductas de duelo entre chimpancés, elefantes, delfines y cuervos, cuatro grupos de animales considerados entre los más inteligentes del reino animal. De modo que, en lo que se refiere al luto y los funerales, no estamos solos en la naturaleza.

Por otra parte, las diversas culturas se manejan de forma muy diferente con sus muertos.

Mientras que en Occidente lo más común es enterrar el cadáver o colocarlo en un nicho, en la India, por ejemplo, la norma es cremar los cuerpos (algo que se hace cada vez más frecuente en el mundo occidental). En otros lugares, como las áreas metropolitanas de Japón, la cremación directamente es obligatoria.

Zoroastrianos: ni enterrar, ni quemar

Pero hay todavía otras tradiciones para disponer de los cuerpos de quienes nos han dejado. Un ejemplo sobresaliente lo ofrecen los seguidores del zoroastrismo (también llamado mazdeísmo), originario del actual Irán, una de las religiones organizadas más antiguas del mundo. Debido a que sus fieles consideran que el cadáver es algo contaminado –mientras que el agua, el fuego y la tierra son puros–, ellos no queman ni entierran a sus muertos. En cambio, los dejan en las “torres del silencio”, plataformas en las que se deja expuesto el cuerpo, para que los elementos y animales carroñeros (como buitres) hagan su trabajo. Tiempo después, cuando solo quedan los huesos, estos se recogen y guardan en un osario.

Esta costumbre puede parecernos chocante, pero, para los creyentes en el zoroastrismo (hoy suman más de 120.000) esta es la mejor forma de “respetar a los muertos”, ya que evita la putrefacción del cadáver y, por lo tanto, que haya mayor impureza.

Tres razones para los ritos funerarios

Ya sea que se entierre, se creme o se coloque en nichos, suelen darse varias razones por las cuales los seres humanos manifiestan ese respeto por los muertos a partir de diversos rituales funerarios y el posterior entierro (o cremación). Las principales son:

• Material. La putrefacción del cuerpo despide un olor profundamente desagradable. El entierro o la cremación son formas de evitar que el hedor se disemine en el aire.
• Psicológica. Mantener el cuerpo alejado de la vista ayuda a superar el dolor, además de evitar la experiencia traumática de ver la descomposición de los restos.
• Espiritual. Muchas religiones indican un tratamiento particular del cuerpo en función de la creencia en la vida después de la muerte. En la Biblia, dice san Pablo: “Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros”, y otras religiones también tienen en consideración especial al cuerpo, como receptáculo del alma.

Es importante aclarar que el entierro no siempre es una cuestión de salud pública. Salvo en el caso de fallecidos por algunas enfermedades infecciosas, no es estrictamente necesario enterrar o cremar el cuerpo. Según la Organización Mundial de la Salud: “Los cadáveres no transmiten enfermedades. Es un mito común que las personas que han muerto a causa de una enfermedad transmisible deben ser cremadas, pero esto no es cierto. La cremación es una cuestión de elección cultural y de recursos disponibles”.

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