Mujer de las 12 décadas

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Qué lecciones de vida podemos aprender de Jeanne Calment, la persona más vieja que jamás haya vivido.

Según la Biblia, Matusalén vivió 969 años, un récord de edad difícil de superar. Sin embargo, para ingresar al Libro Guinness de los récords hace falta una certificación incluso mayor que la autoridad bíblica, aunque el dato aparezca en el libro más difundido de la Historia.

Quien aparece en el Guinness, en cambio, es la francesa Jeanne Calment, quien sopló las velitas 122 veces a lo largo de su vida, y se convirtió, así, en la persona más longeva de que se tenga noticia fehaciente. Calment nació en 1875, en Arles, localidad en donde vivió toda su vida. Allí, durante su adolescencia, conoció al pintor Vincent van Gogh, de quien no guardaba un gran recuerdo (“era huraño y olía a alcohol”). A lo largo de su vida, Calment fue testigo de la construcción de la Torre Eiffel, de las dos guerras mundiales y, básicamente, de todos los grandes acontecimientos del siglo XX, ya que murió en agosto de 1997.

La mayor parte de su vida transcurrió en el anonimato, pero, hacia el final de su vida, se transformó en una pequeña celebridad. En sus últimos años dio numerosas entrevistas, en las que, invariablemente, se le preguntaba sobre el secreto de su longevidad. Sus declaraciones tal vez no fueran del todo satisfactorias (habiendo superado los cien años todavía fumaba un par de cigarrillos por día y comía hasta un kilo de chocolates), pero sus palabras nos pueden enseñar algunas lecciones sobre cómo llevar una vida plena a edad avanzada. Estas son cinco enseñanzas que podemos aprender de Jeanne Calment.

  1. Nunca es tarde para empezar

Gracias a su matrimonio con un comerciante, Calment no necesitó trabajar para vivir. Ocupó su tiempo en actividades recreativas como natación y patinaje sobre ruedas, piano y hasta caza menor. El sitio Guinness reporta que a los 85 años decidió tomar clases de esgrima, lo cual demuestra que es posible iniciar una actividad nueva en edad avanzada.

  1. Siempre se puede seguir

Otra de las actividades favoritas de Calment era andar en bicicleta. Mantuvo la costumbre de dar paseos hasta los 100 años. Y cuando tuvo que dejar la bici, siguió caminando por su cuenta, sin asistencia, hasta un mes antes de cumplir los 115 años.

  1. Vida calma es buena para el alma

Aunque hacia el final de su vida sufría de problemas de visión y casi no podía oír, Calment mantuvo su claridad mental hasta el último día. Ella misma atribuía su larga vida a su tranquilidad de ánimo. En su cumpleaños 121 declaró: “Por eso me llaman Calment” (en francés calment significa “calmarse”).

  1. Buen humor ante todo

Los periodistas que la entrevistaron en sus últimos años se sorprendían de su ingenio y buen humor. Al cumplir 120 años se le preguntó qué tipo de futuro esperaba: “uno muy breve”, respondió. En otra ocasión, al despedirse, una persona la saludó con: “Hasta el año que viene, tal vez”. Su respuesta fue: “No veo por qué no. Usted no se ve tan mal”. Por último, orgullosa de su piel tersa (que cuidaba con aceite de oliva), afirmó: “Jamás he tenido más que una sola arruga, y estoy sentada sobre ella”.

  1. Optimismo y aceptación

Siendo una persona tan longeva, Calment sobrevivió a su esposo, su hija y su nieto. Sin embargo, siempre mantuvo una actitud positiva ante la vida. Afirmaba: “Si no puedes hacer nada al respecto, no te preocupes por ello”. Respecto de la muerte, declaró: “No, no tengo miedo de morir. He tenido una bella porción de vida. Iré a reencontrarme con los míos”, decía, mientras mostraba fotos de su hija y su nieto.

1 comentario en “Mujer de las 12 décadas”

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