Como todo el mundo, seguramente pensabas que la costumbre de embalsamar a los muertos era una rareza exclusiva de los antiguos egipcios, que nadie practica hoy en día. En ese caso, estarías equivocado.
Y no es un dato con trampa. No nos referimos a la práctica de momificar a algunos líderes de Estado (como Lenin, Eva Perón o Abraham Lincoln), que continúa hasta el día de hoy. Tampoco estamos hablando de una tradición en un remoto y exótico país perdido en una isla del sudeste asiático. Es una práctica corriente en uno de los países más conocidos del mundo.
¿Querés saber a qué país nos referimos? Seguí leyendo y enterate.
La república de la momificación
El país donde casi todos embalsaman a los muertos hace más de un siglo y medio es uno de los más grandes del mundo, uno de los más poblados y con mayor poder económico del planeta. No, no es China. Es ni más ni menos que Estados Unidos de América, un país con 330 millones de personas, en donde, desde los años 30 hasta fines del siglo XX, más del 90 % de las personas que fallecían recurrían al embalsamamiento.
Junto con Canadá, es virtualmente el único país del mundo en donde embalsamar a los muertos es una costumbre generalizada. Igual, quitémonos de la cabeza la imagen de un cadáver con las manos sobre el pecho, cubierto con vendas de pies a cabeza. Para evitar ese tipo de vinculaciones, en ocasiones se designa al procedimiento con el nombre de tanatopraxia, que no despierta asociaciones extrañas.
Hoy el arte de momificar se realiza de forma algo más refinada que antiguamente. Básicamente, consiste en reemplazar la sangre del cuerpo por un “fluido embalsamador”, compuesto por diversos químicos, como formaldehído y metanol. Este líquido se inyecta en los vasos sanguíneos, usualmente por una sola vía de entrada, mientras el profesional masajea el cuerpo para facilitar la circulación, obstaculizada por el rigor mortis. El proceso normalmente lleva entre dos y cuatro horas.
¿Por qué embalsaman en Estados Unidos?
Los historiadores se remontan a la época de la guerra civil estadounidense (segunda mitad del siglo XIX) para encontrar el origen de la momificación en el país. En aquella época, numerosos soldados morían lejos de sus hogares, y regresar los restos a sus familiares podía demorar mucho tiempo. Embalsamar los cuerpos resultó una solución satisfactoria. Pero el verdadero impulso vendría a partir del asesinato del entonces presidente, Abraham Lincoln en 1865, cuando la guerra estaba llegando a su fin. El cuerpo de Lincoln fue embalsamado y expuesto a millones de estadounidenses, en un tren que recorrió durante varios días buena parte del país hasta el lugar de su entierro.
A partir de entonces, y con la regulación y refinamiento de las técnicas de momificación, la práctica creció hasta generalizarse. Tanto que, incluso hoy, mucha gente cree que embalsamar a los muertos es obligatorio por ley, cuando no es así.
Momificación en declive
Con la llegada del siglo XXI, embalsamar dejó de ser la práctica predominante, reemplazada cada vez más por la cremación. Hoy el embalsamamiento descendió al 36,6 %, lo cual sigue siendo un número bruto considerable, alrededor de 1,25 millones de cuerpos. La cremación, en cambio, se espera que ascienda al 80 % para 2040, en Estados Unidos.
¿Por qué se dio este cambio? La antropóloga Shannon Lee Dawdy, de la Universidad de Chicago, en un libro publicado a fines de 2021, planteó que la caída de las Torres Gemelas fue un factor decisivo: “El 11 de septiembre realmente permitió que la gente dejara de lado el cuerpo, que no necesitamos el cuerpo presente para llorar y hacer duelo”.
Más allá de esta interesante hipótesis, otros factores intervienen en el auge de la cremación, que es una tendencia en alza mundial.
Las ventajas de la cremación
Por un lado, cremar es más barato que el sepelio, que involucra no solo el costo de embalsamamiento, sino también el ataúd y, usualmente, una bóveda.
Además, las mudanzas frecuentes de buena parte de la población hacen mucho más práctico mantener los restos en una urna, sin contar con el hecho de que el entierro quita espacio para otros usos, ya sea edilicios o agrícolas.
Por último, hay una conciencia ecológica que rechaza los factores contaminantes y poco saludables de los químicos que intervienen en la momificación. Cada año se utilizan unos 20 millones de litros de líquido de embalsamamiento y su principal componente, el formaldehído, es un carcinógeno capaz de provocar leucemia y cáncer nasofaríngeo. Sin mencionar las cantidades gigantescas de concreto y acero, para bóvedas y ataúdes, respectivamente.
En Argentina, como en la mayoría de los países, la momificación es algo en extremo raro, aunque no imposible. Si después de haber leído esta nota resulta que te atrae la idea, tené en cuenta que el seguro de sepelio de A Mi Manera te ofrece una suma de “últimos gastos” para que la administres como mejor te parezca. Si preferís cremación, también tenés esa posibilidad entre los planes que te ofrecemos. Todo a un valor muy accesible, que te permite dejar todo listo, a tu manera.
No te quedes duro como una momia, dejanos tus datos para que un asesor se comunique con vos, ¡y seguí disfrutando de la vida!
2 comentarios en “¡Las momias no son cosa del pasado!”
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