Los epitafios son esos textos breves que suelen inscribirse en una lápida, junto con el nombre del difunto y las fechas de nacimiento y muerte, del tipo: “Amado esposo y padre afable” o “Ido pero no olvidado”. La palabra, proveniente del griego, literalmente significa “sobre la tumba”.
En ocasiones se eligen versos de alguna obra o autor famoso, como Shakespeare o la Biblia y, por supuesto, varios escritores, poetas y personalidades destacadas han redactado sus propios epitafios, algunos de los cuales han logrado merecida fama.
Pero no se necesita ser famoso para dejar un epitafio memorable. Artistas y celebridades han dejado su sello en evocadoras palabras para toda la eternidad, pero en todo el mundo hay personas con gran ingenio, que nunca pierden el sentido del humor, incluso después de dejar este mundo. Como prueba bastan estos epitafios plenos de humor negro que, en última instancia solo reafirman el valor de la vida hasta el último instante.
- “Jesús llamó y Kim respondió”.
Una mujer tomó una frase habitual para referirse a las personas que se convierten a la fe cristiana y la adoptó en un sentido más literal.
- “Preferiría estar leyendo esto”.
Algunos no se resignan a dejar esta vida. Dado que es inevitable, ponerle algo de humor es un buen signo.
- “Aquí yace el cuerpo de Reno. Apretó el acelerador en vez del freno”.
Muchos epitafios adoptan la forma de poemas breves, o un par de versos rimados. El de este caso es graciosos y, a la vez, informativo.
- “Disculpe que no me levante”.
Muchos epitafios originalmente se cuentan como chistes, y luego algunas personas los hacen realidad. En este caso, una leyenda urbana afirma que se trata del epitafio de Groucho Marx. No es así, pero en una de sus últimas entrevistas lo sugirió como su epitafio. Más tarde otros adoptaron la ingeniosa idea.
- “Esperaba una pirámide”.
Aparentemente, el difunto tenía expectativas en vida que no llegaron a realizarse a la medida de sus deseos. Resignación y humor, una combinación perfecta.
- “Siempre dijo que sus pies la estaban matando, pero nadie le creyó”.
Este parece demasiado bueno para ser verdad (al igual que el clásico: “Te dije que estaba enfermo”), pero la verdad a veces es más increíble que la ficción, como suele decirse.
- “Ahora sé algo que tú no”.
Un epitafio profundo que invita a la reflexión. O bien podría ser simplemente un último dardo dirigido a una pareja que siempre se queda con la última palabra.
- “Finalmente encontramos un lugar para estacionar en Georgetown”.
Este es el texto de una pareja que fueron enterrados juntos. La banalidad del comentario en un contexto solemne como el cementerio es lo que le da mayor fuerza.
- “Estoy llenando mi última cavidad”.
Muchos epitafios hacen referencia a la profesión de los fallecidos. ¿Existe uno mejor que este para un dentista?
- “Aquí yace un ateo. Perfectamente vestido y sin lugar adonde ir”.
Gran sentido del humor para una persona que no cree en la vida después de la muerte.
Estos son algunos de los mejores epitafios humorísticos que han dejado personas que celebran la vida. ¿Cuál te gustó más? ¿Tenés algún epitafio chistoso que quisieras compartir? ¿Pensaste en cómo te gustaría que fuera el tuyo? ¿Y en cómo quisieras que fuera tu sepelio? Ahí te podemos ayudar.
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1 comentario en “10 epitafios para morirse de risa”
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