Desde 1994, cada 15 de mayo las Naciones Unidas celebran el Día internacional de las Familias, “para crear conciencia sobre el papel fundamental de las familias en la educación de los hijos desde la primera infancia, y las oportunidades de aprendizaje permanente que existen para los niños y las niñas y los jóvenes”.
Hace poco Netflix estrenó un reality japonés, “Mi primer mandado”, que muestra a niños muy pequeños que hacen lo que indica el título del programa: su primer mandado. La idea es que vayan logrando independencia y autoestima gracias a esos primeros logros en situaciones desafiantes. La actividad, además, ayuda a crear lazos de confianza y amor entre los miembros de la familia.
El programa es un éxito y generó cierta polémica sobre este tipo de costumbres, a las que en Japón parecen estar más habituados que en Occidente. Sin embargo, quienes tenemos algo de edad recordamos que no hace mucho era de lo más común que nuestras madres nos enviaran a hacer los mandados (quizás no a edades tan tempranas), al igual que era algo de todos los días jugar en las calles del barrio hasta que se hiciera de noche.
En muchos lugares estas costumbres se han perdido, en buena medida por la inseguridad, que crece a medida que aumenta la urbanización en los barrios.
Precisamente, el tema del Día Internacional de las Familias para este año es “Familias y urbanización”. El ritmo de vida en la ciudad suele atentar contra los lazos familiares, por eso es más importante que nunca fortalecer los vínculos con los parientes, aunque cambien las condiciones y la forma en que se concebía tradicionalmente la familia.
Otras tradiciones, otros mundos
Nosotros tenemos nuestras propias tradiciones familiares (que se extiende a los amigos), desde el cada vez más escaso asado de los domingos a compartir una rueda de mate (con tortas fritas, para hacerla completa) y, por supuesto, reunirse en festividades como Navidad y Año Nuevo.
Una buena manera de fortalecer y ampliar nuestras relaciones familiares es conocer lo que se hace en otros lugares del mundo. Podemos tomar ejemplo de tres costumbres tradicionales y adaptarlas según nuestra propia sensibilidad.
1. Honrar a los antepasados
En Japón existe la tradición de tener un altar en la casa en conmemoración de los antepasados. El Día de Muertos, en México, tiene una función similar de recordar y demostrar respeto por los familiares y amigos fallecidos, destacando su influencia en nuestras vidas.
2. Cuidado de los animales
Pongal es un festival de la India que celebra la cosecha y tiene lugar durante varios días a partir del solsticio de invierno. Uno de los días está dedicado especialmente a cuidar y alimentar al ganado. Podemos adaptar la festividad y destinar un día para mimar a nuestras mascotas y dejar alimento para los pájaros y animales callejeros.
3. Contar historias
Una tradición que se va perdiendo en las ciudades es la de contar narraciones formativas y vinculantes, historias que afirman nuestra identidad, como individuos, como miembros de nuestra familia, comunidad o país. Relatos sobre aspectos de nuestra cultura, creencias o de los orígenes familiares. Escuchar a padres o abuelos contar cómo conocieron a sus parejas de toda la vida o cómo llegaron al lugar donde viven, además de ser una experiencia gratificante, ayuda a fortalecer las relaciones familiares y a reconocer la importancia de quienes somos.
Iniciá tu propia tradición familiar
Lo bueno de las tradiciones es que, aunque estén establecidas desde hace tiempo, siempre son únicas, porque cada uno la vive de una manera propia y distinta. Una buena idea para enriquecer las relaciones familiares es crear tradiciones particulares, específicas del grupo de parientes. Estas son cinco ideas que podés adaptar dentro de tu entorno familiar.
- Álbum familiar. Hoy, el concepto de álbum impreso de fotos ha quedado anticuado. Podemos revivirlo con la participación de todos los miembros de la familia. Otra opción es reemplazar las fotos por un álbum de souvenirs de viajes o de momentos importantes (una graduación, un casamiento…).
- Quema de fin de año. A todos nos cuesta soltar el pasado. La tradición de deshacerse de cosas viejas que no nos sirven (desde fotos a ropa usada, adornos y artefactos rotos) se puede hacer en el plano familiar. Por supuesto, no tiene que ser una fogata literal, alcanza con juntar cosas durante el año para eliminarlas en una fecha determinada (tampoco es necesario que sea a fin de año).
- Show de talentos. Hacer un festival familiar en el que cada uno muestre alguna expresión artística. Como Factor X o America’s Got Talent, pero sin jueces. La idea es divertirse: puede ser válido desde cantar a recitar un poema o hasta presentar un postre, lo que se te ocurra. Todos tenemos algún talento oculto, es cuestión de encontrarlo.
- El círculo de la vida. La educación es un factor de cohesión familiar fundamental. Enseñar la integración de la naturaleza, la importancia de la ecología y el cuidado de los animales fortalece valores de vida para desenvolvernos en el mundo. Se puede aprovechar una salida a un parque para comunicar estos conocimientos.
- Compartir y traspasar recetas familiares o de bricolaje, artesanías… Siempre hay algún integrante de la familia que tiene un saber que vale la pena transmitir. Encontremos la manera de traspasarlo a las generaciones más jóvenes.
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